La autora de la conocidísima novela de Frankestein es la protagonista de nuestro artículo de hoy. Sin embargo, no hablaremos de la novela que tanta fama le dio, si no de otra no exenta de polémica.
El último hombre es la novela escrita por Mary Shelley y publicada en 1826. A pesar de pertenecer a principios del siglo XIX, no fue muy conocida hasta su segunda edición, casi ciento cuarenta años después, en 1960.
¿Por qué quiero hablaros de esta novela? Os diré en muy pocas palabras su argumento, atentos:
- Se trata de una distopia futurista ambientada en el siglo XXI
- Los personajes viven en una pandemia.
- La pandemia se traspasa por el aire.
- La solución para evitar el contagio es la reclusión.
¿Os suenan algunas de estas características? Cuando leí el libro en la universidad no le presté mucha atención al argumento, pero Mary Shelley realmente fue una visionaria y predijo el coronavirus.
En el momento en que el libro fue publicado resultó bastante polémico debido a las duras críticas recibidas, luego os cuento esto. En él se leía claramente un sentimiento muy pesimista de la escritora y un personaje principal que nos recuerda su marido, Percy Bysshe Shelley o tal vez a ella misma, pero bueno, todo esto viene más adelante, que me precipito.
Pero primero, ¿quién es Mary Shelley?
La autora nace en Londres el 30 de agosto de 1797. Pero este dato te lo puede decir la Wikipedia. Así que voy a resumirte muy brevemente por qué tienes que saber quién es esta mujer.
Mary Shelley es mundialmente conocida por ser la autora de Frankenstein. Además, casi siempre que se habla de su marido Percy Shelley, se la menciona a ella.
Pero, ¿cómo era Mary Shelley? Porque no hace falta que te diga que no es simplemente la mujer de Percy, ¿verdad?
Desde pequeña demostró tener cierta melancolía. Aunque no llegó a conocer a su madre, que murió pocos días después de dar a luz, siempre sintió añoranza. Visitaba con frecuencia el cementerio donde estaba enterrada y allí aprendió a leer. Aunque pueda sonar algo extraño para nosotros, era una actividad que hacía con su padre y su hermana a menudo, para practicar la lectura.
Pero aquí empieza el salseo: Mary con dieciséis años empezó un romance con Percy B. Shelley, un hombre casado. El amor entre ambos debía ser tanto que decidió fugarse con él a La Spezia, en Italia. Tal vez hubiera sido una buena idea pero la mujer de Percy Shelley no iba a dejar ir a su marido tan fácilmente. Y para añadir más carne al asador, ¡la esposa estaba embarazada!
Además, no estaban solos en La Spezia. El famoso escritor Lord Byron no quería perderse ninguna fiesta, y traía buena compañía. ¿Sabrías adivinar quién? ¡Una hermana de Mary!
¿Te has quedado con el cuadro o te has perdido? Esto parece un programa de Mediaset. LO SÉ.
Pero bueno, que tampoco esto es lo importante. Al final parece que la señora esposa de Percy decidió que no era hombre para ella (la pobrecilla se suicidó) y en 1816 Percy se casó con Mary, que cambió su apellido Godwin por Shelley.
Se ha hablado mucho del feminismo de Mary Shelley, y del de su madre Mary Wollstonecraft. Ambas demostraron mucha determinación y deseaban que la mujer tuviera las mismas opciones que los hombres tanto en educación como en oportunidades.
Sin embargo, en algunas ocasiones se le atribuye a Mary Shelley algunas de las palabras y luchas de su madre, como la siguiente:
“Educad a las mujeres como a los hombres. Ese es el objetivo que yo propongo. No deseo que tengan poder sobre ellos, sino sobre sí mismas”
Mary Shelley vivió fuera del orden establecido por la mujer gracias a la educación de su padre y a que escapó del entorno establecido con un marido que admiraba también su talento.
¿Sabes cómo surgió la historia de Frankenstein?
No te lo vas a creer… te lo juro que parece que me lo estoy inventando, pero no. La historia de Victor Frankenstein nace en una etapa de confinamiento. De verdad de la buena.
Pues eso, que al parecer el grupito de amigos literarios formado por Lord Byron, Percy, Mary, John Polidori y la amante de Lord Byron Claire Clairmont, decidió visitar la famosa villa para artistas Diodati, en Suiza.
Allí pasaron el verano Boreal de 1816, conocido como el año sin verano, debido al efecto del volcán Tambora. Así que los planes de largos paseos fueron cancelados y se dedicaron a la lectura y transcripción de versos.
Como no podían salir de casa, a Lord Byron se le ocurrió retarles a un concurso acorde con aquel ambiente oscuro y frió: escribir un cuento de fantasmas.
Sólo el médico Polidori terminó su historia, una versión de una novela inacabada del propio Byron. ¿Sabéis qué escribió? El Vampiro, la novela que creó el arquetipo de vampiro romántico que todos conocemos. ¡Casi nada!
Mary no consiguió escribir una novela entera pero a partir de un sueño esbozó a su Frankenstein escribiendo lo que sería más tarde el cuarto capítulo de la novela.
Ahora ya lo sabes, no hay confinamiento que por bien no venga. Dos novelas que marcaron la historia de la literatura, del cine y la cultura en unos días encerrados en Villa Diodati.
Pero, ¿de qué va la novela “El último hombre”?
Como ya he dicho antes, se trata de una novela distópica basada en la historia del último hombre que ha sobrevivido a una pandemia de peste.
Es algo así como la antítesis de Frankenstein. En la novela de ciencia ficción un joven médico crea la vida de la nada a partir de lo que está muerto. Sin embargo, El último hombre es el relato de cómo la vida se puede convertir en la nada. Frankenstein es la consecuencia de llevar las libertades del hombre al límite y El último hombre es la historia de las limitaciones de la raza humana.
En la historia de El último hombre vas a encontrar ideas tan similares a la realidad del coronavirus que vivimos actualmente que te asustarán (porque te vas a leer la novela, verdad?). El protagonista cuenta en primera persona las paradojas de cómo la vida da un giro de 180 grados en pocos meses.
El orden de la realidad tal cual se conocía deja de existir. Describe los hospitales como un infierno lleno de personas muriendo y contagiando el virus.
¿Sabes cómo se contagia esta plaga? Por le aire. Exacto. Y para vivir hay que respirar. Es por eso que la plaga se extiende con tanta velocidad, y que el aire no puede ni fraccionarse ni dividirse, nos dice el protagonista.
Así que el mejor método para evitar el contagio es la reclusión. Es decir, no entrar en contacto con aire que haya podido ser expuesto. Aquellos que son de clase elevada huyen a sus segundas residencias o villas, alejadas de las ciudades donde la plaga se ha expandido con mayor rapidez. Aunque allí el virus también llega, la única diferencia es la velocidad a la que los alcanza.
Mary Shelley relata de esta manera algo que vivimos hoy en día con el coronavirus, y es que la pandemia no entiende de clases, porque no puede evitarse.
¿Puedes imaginar qué es lo que ocurre? A la epidemia se une el pánico. La humanidad comienza a darse la espalda los unos a los otros como consecuencia del miedo. La humanidad deja de ver personas para ver posibles infectados por todas partes.
Además, las fases de la población respecto a la pandemia resultan familiares: al principio no se cree que sea muy grave, luego se piensa que es una enfermedad lejana, que no llegará a su ciudad, y cuando lo hace, todos desconfían de todos. Os dejo un pedacito de lo que narra el protagonista:
“Éramos como el hombre que se entera de que su casa está ardiendo y aun así avanza por la calle sin perder la esperanza de que se trate de un error”
La humanidad avanza a toda velocidad enfretándose a una enfermedad que no conocen, a fuerza de tratarla por ensayo y error. Con todo esto surgen algunas voces algo más optimistas, pero que se apagan a medida que la plaga lo cubre todo.
Y bueno, ahora que ya sabes que Mary Shelley podía ver el futuro tan claramente como un amanecer, ¿te vas a leer su libro verdad?
Tal y como yo lo veo, tanto Frankenstein como El último hombre están llenos más spoilers sobre el futuro que nos espera. En el primer libro nos cuenta cómo la ambición científica del hombre puede resultar en la creación de vida como sólo Dios debería hacerlo (ojo, estoy haciendo la lectura moral, no os creáis que se me ha caído la Biblia en la cabeza).
En la segunda novela nos cuenta cómo esa ambición del hombre por dominar los elementos puede causar su devastación.
Ah, espera, que no os he dicho de dónde viene esta plaga.
Chan….
Chan…
Chan….
🥁 🥁 🥁
¡Se escapa de un laboratorio!
Por favor, ya podéis aplaudir: 👏👏👏👏👏👏
Mary Shelly es la bruja Lola y nosotros sin saberlo. Y tú pensando que era una locuela que se había fugado con un tal Percy….
Por si te interesa tienes el libro en Amazon barato barato. Y el de Frankenstein también.
¿Es el protagonista de El último hombre un alter ego de Mary Shelley?
Ay, ay, ay qué terreno tan pantanoso. ¿Podría ser que Mary Shelley se inspirase en sí misma para crear al último hombre que sobrevive a una pandemia? Entonces, ¿cuál era la pandemia personal de Mary Shelley?
Veamos un poco en qué coyuntura escribió nuestra joven visionaria:
No era el mejor momento de la vida de Mary Shelley, que con la corta edad de 26 años, ya había pasado unos cuantos malos ratos.
Su marido se había muerto ahogado en extrañas circunstancias en Viareggio, Italia. Había sufrido dos abortos y enterrado al único hijo que le nació vivo. Sus amigos habían ido muriendo: Lord Byron murió luchando por la independencia de Grecia y el médico Polidori se suicidó. Su entorno era algo desolador.
Mary Shelley estaba, en definitiva, sola en una Europa de guerras entre las diferentes potencias por la hegemonía europea. Así que el resultado es un libro oscuro, triste, donde tal vez el protagonista sea una Mary Shelley que sobrevive a todos sus seres queridos, que van muriendo en la pandemia de la ambición humana.
¿Qué pasó con la novela de Mary Shelley El último hombre?
No pasó mucho, la verdad. El problema de esta novela era que volvía a ser muy polémica, pero menos atractiva y entretenida de leer que Frankenstein. Su primera novela había sido un éxito tan grande que dificultaba poder repetir con una segunda obra de la misma calidad.
Aunque personalmente creo que El último hombre tiene poco que envidiar a Frankenstein en cuanto a la calidad de los personajes y su profundidad narrativa, es difícil superar una obra de literatura que es muy completa.
El último hombre ajusta varias tuercas a la moral humana sobre la supremacía del hombre, y por ello es algo compleja de digerir. A parte el estilo de Mary Shelley es lánguido, frío y muy descriptivo, acorde con el mundo que describe.
A la crítica no le gustó mucho. La criticaron pensando que se trataba más bien de una biografía o diario íntimo disfrazado de novela. Vamos, que no se enteraron de nada porque Mary Shelley no estaba hablando de la vida de conocidos pasados si no de desconocidos futuros.
Pero como buena profesional se limitó a prometer a su editor una novela mejor para la próxima vez.
Reflexiones personales sobre El último hombre de Mary Shelley
A ver, ¿podemos decir que Mary Shelley vio el futuro? Francamente no. Pero su imaginación tenía una puntería muy buena.
Tal vez la reflexión más evidente sea que veía con claridad las consecuencias que los actos y el progreso humano y científico podían llegar a tener.
Esta novela es otro análisis de a dónde puede llevar el progreso y la avaricia humanas. Exactamente igual que Frankenstein, que no dista mucho de algo tan conocido como la clonación: crear vida de la nada.
Tal vez para Mary Shelley los experimentos en laboratorios tenían un claro riesgo, que tal vez pueda describirse como pesimista-realista. Tal vez era una muchacha precavida y ya está.
Descarga de responsabilidad por el spoiler sobre El último hombre de Mary Shelley
(Sólo si no os gusta el libro)
Total, que voy a haceros un disclaimer de responsabilidad por haberos hecho un resumen del libro y por si os lo leéis y no estáis de acuerdo o no os gusta.
El libro está escrito en 1826, y aunque Mary Shelley hace un retrato perfecto de la pandemia que estamos viviendo, no podía imaginarse con pelos y señales como eran las realidades que vivimos.
No es una novela futurista, así que si es lo que estás buscando, no te va a gustar. Es una distopia, es decir, una novela basada en una realidad posible verosímil, pero totalmente imaginaria.
Mary Shelley no hace un esfuerzo por imaginar las normas que regirán el futuro, si no que narra desde las que conoce. Por ejemplo, el orden gubernamental establecido sigue siendo la monarquía. No hay coches, aunque si unos globos extraños que podrían ser lo que ella imaginó como un avión. Es decir, que no es un viaje al futuro hiperanimado con ideas de progreso inverosímiles actualmente.
Si Mary Shelley pudo entender hacia dónde cojeaba el desarrollo humano, seguro que todos podemos aprender algo de esta pandemia y ser un poquito mejores, ¿no? Ahí lo dejo.
Un placer haberos contado esta apasionantes historia.